La
Razón – Lima, 11 de setiembre de 2023 CRITICA
QUE CVR LLAMARA “PARTIDO” A SENDERO LUMINOSO Y LO
CONSIDERA “UN AGRAVIO A UNA AFRENTA” PARA LOS
DEMOCRATAS Flores
Araoz a la CVR: para tener la verdad, deben decirla completa “hay
que resaltar a quienes, desde la sociedad civil, han sufrido, pero
no nos olvidemos que la PNP y FFAA, también han sufrido, y
de ellos poco se dicho”, señaló.
La exposición brindada por el exministro Antero
Flores-Araoz ante la comisión de la Verdad y Reconciliación
Nacional (CNR), el 11 de junio de 2003, se mantiene vigente y a
pocas horas de cumplirse 31 años de la captura del
cabecilla terrorista Abimael Guzmán, la reproducimos a
continuación:
Creo que difícilmente hay otro tema más problemático
que el de la verdad respecto a la violencia en el Perú.
Nosotros apostamos por la verdad, pero apostamos por una verdad
que nos lleve a la reconciliación; no a ampliar más
heridas, no de modo alguno a reanimar rencores y antagonismos,
sino a una reconciliación entre todos los actores
sociales.
Tenemos también que decir que hay que recordar lo sucedido
en el país. Si bien en 1980 se inicia con toda gravedad el
fenómeno subversivo terrorista, ya antes habíamos
tenido violencia originada también, según el
análisis que hace esta comisión que he mencionado,
en las inequidades que ya se habían visto en el gobierno
anterior al de1980, que fue el mal llamado Gobierno Revolucionario
de la Fuerza Armada, y que sabemos perfectamente que no fue de
toda la Fuerza Armada. Este Gobierno generó frustraciones y
también fracaso, por las reformas que se habían
anunciado y que, lamentablemente, o se hicieron pésimo o se
hicieron mal; pero no hubo ni siquiera una regular y eso estimuló
el sentido de frustración de la gente.
A ello se agrega la prédica que hubo en aquel entonces,
como por ejemplo: “Campesino, el patrón no comerá
más de tu pobreza”. Había incluso un contenido
ideológico subversivo y había un contenido de
enfrentamiento entre la gente, el enfrentamiento entre
peruanos. Cómo
no queríamos, entonces, que pudiera surgir violencia si
desde el propio Estado, el Gobierno Revolucionario de la Fuerza
Armada, se fomentaron en aquel entonces, esas inequidades y esos
enfrentamientos.
De 1970 a 1976, agrega este análisis, el Perú fue
convertido en laboratorio de diversos gobiernos de corte
totalitario y comunista. Así por ejemplo, el sector
industrial se entregó a los yugoslavos para que practicaran
sus teorías autogestionarias; el sector pesquero tuvo una
presencia importante en sus flotas de técnicos rusos y
cubanos. El país se convirtió, muchas veces, en
refugio de ciudadanos de Chile, de Uruguay y de Argentina que,
teniendo doctrinas y concepciones diferentes a las de los
peruanos, fugaron al Perú para aquí, también,
tratar de imponer su pensamiento diferente al tradicional
peruano. Se
propició una campaña de hostilidad permanente contra
el empresario; no me refiero al empresario extranjero que fue, qué
les podría decir, indemnizado con creces respecto al
peruano, que fue económicamente flagelado. Mientras al
extranjero le entregaron el precio de las acciones que les eran
expropiadas, eléctricas por ejemplo, a los peruanos no les
pagaban nada y a los peruanos empresarios se les enfrentaba con
teorías y acciones totalmente contraproducentes que le
quitaron ese sentido que tiene el empresario siempre, de empuje,
de desarrollo, de esfuerzos por crear fuentes de trabajo con un
lucro que es perfectamente lícito y legítimo. Se
soliviantaron también los ánimos del sector laboral
y del sector campesino; no nos olvidemos que a través del
Sistema Nacional de Movilización Social (SINAMOS) quisieron
poner comités de vigilancia en los barrios; en fin, el Perú
se convirtió en una nación ocupada
militarmente.
En 1978 se dio el Congreso Constituyente, en el que el PPC tuvo
una destacada actuación y pudo demostrarle al Perú
que un partido de clarísima tendencia social-cristiana
podía concertar con otro de tendencia social-demócrata,
como fue el APRA, y que los partidos políticos podían
hallar consenso, anteponer el interés del país al
interés propio de los partidos o de sus militantes. Así,
pudimos tener la Constitución de 1979, en que se formulan
distintos aportes que no quisiera volver a repetir porque ya son
conocidos. En
1980, el PPC no hizo otra cosa que hacer honor a su compromiso de
ayudar a quien ganase la elección y aceptó la
invitación, que nos enorgullece, de AP de colaborar con él,
no de hacer una alianza con el Gobierno sino de colaborar en su
gobierno con sus postulados, con sus propuestas, que muchas veces
no eran ni coincidían con las del PPC; pero nos fajamos por
esa recuperación de la democracia y por hacer un país
mejor del que se había recibido. Sabemos perfectamente qué
pasó toda la década del ochenta, llegamos a 1990 y,
como bien ha dicho Salomón, tuvimos una presencia
importante en las Cámaras Legislativas.
Y llegó el 5 de abril, un 5 de abril con violencia:
nuestros presidentes de ambas Cámaras Legislativas fueron
sometidos a arresto domiciliario; nuestros parlamentarios
perseguidos; algunos con dificultades hasta para regresar al país
pues se encontraban en un evento internacional. El terrorismo
recrudeció, pero comprendimos desde 1990, y no después
del 5 de abril de 1992, que había que buscar fórmulas
imaginativas y recordábamos las que planteaba, por ejemplo
Enrique Elías Laroza cuando era Ministro de Justicia, o la
que planteaban luego sus sucesores: Ernesto Alayza Grundy, Armando
Buendía; porque en 1980, durante el ejercicio del mandato
ministerial de Felipe Osterling, también del PPC, todavía
la situación no había llegado al clímax que
después conocimos.
Y allí, Enrique Elías trajo propuestas: propuesta
alemana, propuesta israelí, inclusive ayudas; y en ese
momento no se entendió. Dijimos desde aquel entonces que
para enfrentar el fenómeno se requería, por ser un
fenómeno de excepción, normas también de
excepción; una situación anómala no podía
de modo alguno ser enfrentada con reglas hechas para tiempos de
paz. No fuimos entendidos.
En 1991, Javier Bedoya, que era diputado del PPC, planteó
la delegación de facultades para que el propio Gobierno de
aquel entonces cediera las reglas de juego necesarias para
enfrentar el fenómeno; pero tampoco fuimos
escuchados.
Después del 5 de abril, en 1993, en el CCD, recién
se nos entendió. Antes se establecieron, y con nuestro voto
a favor, los “tribunales sin rostro”. Acuérdense,
hay que ponerse en la situación que se vivió en el
Perú; es muy fácil ver hoy día lo que sucedió
antes sin ponerse en el lugar, en el tiempo, en las
circunstancias.
Los jueces y los fiscales se morían de miedo, liberaban
absolutamente a todos porque estaban amenazados, ellos o sus
familias, y el Estado estaba inerme y el Estado no les podía
dar protección ni siquiera a los magistrados, menos a sus
familias; hubo que lograr imponer en el país normatividad
de urgencia, de emergencia. Lógicamente, cuando las cosas
cambian, cuando ya no tenemos el clímax que hubo de
terrorismo y comienza a haber más paz, aunque no se haya
aún logrado; prudente y paulatinamente, tiene que irse
normalizando la legislación de excepción que se dio
en su momento, y con la cual nosotros estuvimos de
acuerdo. Pero
en esos tiempos de terror, también tenemos que decir que
notábamos, y lo tenemos que decir con absoluta claridad,
que los organismos internacionales de defensa de derechos humanos
no veían la conculcación de los derechos a los
ciudadanos que querían la paz en el Perú. Se
ocupaban y veían sobre todo, dónde el Estado podía
no estar aplicando acciones respecto a derechos humanos, dónde
el Estado podía haberse excedido, pero el tema de SL, el
tema del MRTA, y otros menores, ni siquiera los tocaban. Los malos
eran los defensores del orden; los buenos, prácticamente,
eran los que querían que sucumba el Estado, los que querían
no más nación peruana, los que se llamaban partidos
políticos sin serlo. Y aquí hago un paréntesis,
y tengo que hacerlo, porque nos ha causado estupor, y lo digo con
toda claridad; que se puede entender que estos asesinos se llamen
ellos partido, pero que lo llame la CVR, francamente, a los que
somos demócratas, a los que nos fajamos por la democracia,
a los que somos partido y estamos en esta tarea, llamarlos a ellos
partido, francamente, lo consideramos un agravio y una afrenta. Y
se lo decimos no a través de los periódicos, no a
escondidas; se los decimos a la cara de todos ustedes porque igual
como nos han llamado a nosotros a decirles cuáles son
nuestras preocupaciones y cuál es nuestra visión,
tenemos que decirles que nos sentimos agraviados, por decir lo
menos, por estas expresiones.
En esos años de gran violencia, nosotros también
hemos tenido nuestros mártires: Javier Puiggrós; la
esposa de Arnulfo Mendoza, nuestro alcalde de Huánuco;
Próspero Delfo, nuestro dirigente de Cerro de Pasco; nos
atacaron locales, trataron de destruir nuestro local de
Miraflores; destruyeron el de Comas; León Bernuy sufrió
atentados, le envenenaron sus piscigranjas en Cerro de Pasco;
sufrieron atentados en su domicilio Rafael Benavides y Emma Vargas
de Benavides, hoy parlamentaria, Rafael antes de serlo. Y, así,
no les digo decenas, centenares de casos podríamos
decirles; pero, el mundo estaba al revés, el mundo veía
que la defensa del Estado a través de las Fuerzas Armadas y
las fuerzas policiales, en que realmente hubo excesos, nadie lo
puede negar, pero, un poco, que el mundo está al
revés.
Hoy día se dan, por ejemplo, indemnizaciones, reparaciones
a quienes sufrieron desde la parte de la sociedad civil. Yo me
pregunto qué reparaciones se han dado a esos militares o a
la oficina del General López Albújar; qué
reparación, por ejemplo, se puede haber dado a policías
como el Coronel Manuel Tumba Ortega; el Comandante Félix
Martiniano Roca López; los policías Mario Rivas Aedo
o a William Dioses Ángulo, o a Wilson Menéndez
Vargas. O qué les puedo decir a los familiares de Gerónimo
Cafferata, o de Carlos Ponce Canessa, o del Contralmirante Vega
Llona; por decir algunos de los cientos que ha habido. Hemos visto
la óptica desde el otro lado, pero no hemos visto la óptica
de otros que también sufrieron. No nos podemos olvidar de
una serie de agresiones, de quienes sufrieron realmente muchas
acciones que atentaron contra su integridad y su vida.
Las guerras, y este tipo de guerras fratricidas, nunca son
limpias; la gente está a ver por dónde viene la
agresión, por donde viene la emboscada, por donde viene el
tiro artero. Fueron momentos muy difíciles para toda la
sociedad; por eso buscamos nosotros como partido, comprender, que
se comprenda, pues daría la impresión de que hay un
factor de confusión en todo esto; de que solamente se ve
una parte y no se ve la otra.
Estamos convencidos de que hay que preservar y resaltar a quienes,
desde la sociedad civil, han sufrido, pero también no nos
olvidemos de que la Policía y las Fuerzas Armadas, a que a
quienes nosotros tocamos las puertas para que salvaran las vidas
de veintitantos millones de peruanos, también han sufrido,
también sus familias han sido agraviadas, también
ellos han sido lesionados y de ellos poco se ha dicho.
Yo creo, queridos amigos de la CVR, que para tener verdad van a
tener que decirla completa, y estoy convencido de que lo van a
hacer, pero, también, con un norte: la reconciliación.
Les hacemos una invocación: que sepan buscar la oportunidad
de hacerlo. Nosotros no estamos convencidos de que los momentos
actuales, en que aún tenemos violencia, sean los mejores
para decir la verdad, sólo la verdad y nada más que
la verdad. Mil gracias.
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